La nieve caía lenta y dolorosa sobre el patio de la cárcel,
eran las exiguas cenizas manchadas de pintura blanca, que provenían del horno
crematorio de su alma.
La Constitución protege la vida humana, es un derecho
fundamental. No pensaba en eso cuando lo mató, ni siquiera, en todas las veces
en que la había insultado y golpeado. Fue más bien un destello, un parpadeo en
el que rememoró que en otro tiempo, ella fue una persona, no un guiñapo vacuo y
sin esperanza.
No recordaba con mucha claridad como había llegado hasta
aquella celda. Lo que si recordaba era el cuchillo hundiéndose en su pecho sin
corazón, donde una flor carmesí crecía con desmesura. Recordaba carteles
!CONTRA LA VIOLENCIA, PREVENCIÓN!
Se preguntó entonces y se preguntaba ahora, que clase de
prevención podía existir contra lo inexorable. Tal vez el Magistrado que la
había juzgado tuviera la respuesta.
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