Aquel asunto de la malversación de fondos me dio mala espina
desde el principio. Estaba seguro que
involucraría a más de un político, aunque como abogado no podía rechazarlo.
Había despertado mucho morbo en los
medios, pero lo que realmente me importaba era hacer cumplir la ley, o eso creo
recordar, ya saben ustedes que la memoria es caprichosa.
Ahora, aunque ya no estoy sujeto a jurisdicciones, sanciones
o multas, sigo empeñado en que se haga justicia, así que debe ser verdad que la
buscaba, o tal vez es que simplemente soy terco ¿vaya usted a saber?
Yo tenía razón, había políticos implicados. Lo que no sabía es
que el hombre que me mando matar, sería el juez que al día siguiente presidiría
la sala. Paradojas de la vida.
No sé que demonios hacía aquella noche en los pasillos del
juzgado aquel cabrito, nada bueno seguro, pero lo interesante del asunto es que
al verme, le falló el corazón. ¿Justicia poética? No estoy seguro, cada día que pasa mis
recuerdos se disipan, más y más como la bruma en un día ventoso, así que continúo
vagando por los pasillos del juzgado, hasta que…bueno, no sé hasta cuando, pero
mientras lo hago pienso, no sin cierta tristeza, que he tenido más éxito como
espectro que como abogado.
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