Llevábamos meses siguiendo a esos traficantes, sudando en la
sombra como espías de una novela negra.
Nos habían dado un soplo y todo estaba previsto, no creo que
exista una frase más vacía de contenido, “todo está previsto”.
Recuerdo que los disparos sonaban como cohetes de feria,
casi no parecían reales, pero lo eran.
Se suponía que no iban a liarse a tiros, se suponía que todo iba a salir bien,
se suponía que “todo estaba previsto”.
Cuando todo acabó los Servicios de Urgencia lo encontraron.
Un niño de nueve años había sido alcanzado por un disparo. Yacía boca abajo en
un charco de sangre. Junto a él, una bolsa de gominolas desparramadas en el
asfalto.
El letrado, era competente y me dijo que no me preocupase.
Salí absuelto.
Lo cierto es que nunca supe si la bala que mató a aquel
chaval fue nuestra o de ellos, puede que al final lo averigüe.
El cañón del arma es amargo en mi boca, sabe a grasa y a
metal.
“Todo estaba previsto”, pienso. Luego oscuridad…luego…
No hay comentarios:
Publicar un comentario